Con ecos del teatro de vanguardia del siglo XX, las cajas metafísicas de Jorge Oteiza y la khôra platónica, Black Box es un espacio performativo donde lo vivencial y lo digital se unen en un dispositivo mutable nacido del cambio y la transformación.
La impermanencia como concepto que anima el proyecto vive tanto en su materialidad física como en su archivo virtual donde se recogen las experiencias llevadas a cabo en su interior cuando su forma era más cercana a la de un estudio flexible de fotografía que a la actual.
Estas experiencias dentro de Black Box las ha llevado a cabo la autora durante varias semanas. Adentrarse en la caja y permanecer en ella captando las imágenes del momento tanto en fotografía como video propició muchos momentos de introspección y reflexión de los que también nacieron sonidos y poemas.
Su interés por ahondar en el estudio de la impermanencia como concepto filosófico a través de la experiencia humana recogida en imágenes con el tiempo, el espacio, la identidad y la memoria como ejes sobre los que gira la investigación, ha desembocado en imágenes captadas en diversos tiempos, en espacios subjetivos múltiples, una identidad en construcción y la memoria como elemento que amalgama la percepción humana de los mismos.
El cambio ha sido el eje rector de un proyecto nacido de la búsqueda interna y aún transita en él. El tiempo subjetivo, vertical, horizontal, lineal o circular; el espacio interno, exterior, personal, privado, público, compartido; la identidad en continua transformación y cómo gestionamos nuestros recuerdos, forman parte de la investigación artística que la autora ha llevado a cabo.
Se puede acceder a la memoria del Trabajo Fin de Grado en el repositorio institucional de la UOC, pinchando en el siguiente link: http://hdl.handle.net/10609/142666
En el siguiente video pueden observarse de forma simbólica las fases de su trabajo personal dentro del proyecto en relación a la impermanencia y los cambios.
La dinámica perfomativa y reflexiva que ha ofrecido la caja durante el proyecto ha propiciado que la autora abriera la caja y su casa a personas conocidas y a otras que no lo eran para adentrarse en su propia búsqueda interna de la impermanencia dentro de Black Box. Una pequeña representación de la Asociación Cultural Itsas Kresala realizó una acción online con la autora, mientras permanecía en la caja por última vez. Parte de este grupo y otras personas cercanas a él también se adentraron de forma física en el dispositivo de cartón y tela. Si bien la autora pudo entrar en la caja durante semanas, en este caso, las personas entraban cerca de media hora, un lapso de tiempo suficiente para poder observar qué surgía en su interior, qué les inspiraba, qué sentían, qué recordaban, etc. Tras su estancia, la autora les pudo realizar fotografías y grabar en video parte de su experiencia y su sentir. A continuación, puede verse un video que recoge fragmentos de estas experiencias.
Si bien, Black Box ofrece una experiencia performativa en un contexto de cartón y tela negra de carácter mutable, el recorrido vivido en su interior, tanto por la autora como por los colaboradores, se ha recogido en un archivo web que funciona como archivo vivo del proyecto, donde a las imágenes de todos los que han entrado en ella, se suman las reflexiones de la autora, sonidos, poemas y en futuro también albergará las experiencias que Black Box facilite. Su forma actual es diferente de aquella de la que ha participado en los últimos meses, de manera que la impermanencia, no solo como concepto sino como parte de su materialidad, es un hecho. En Black Box, todo es posible porque las experiencias que se puedan vivir en su interior solo dependen de quien se adentre en ella.
